Monforte de Lemos | O alcalde de Monforte, José Tomé Roca, fixo entrega dos Atributos do Nomeamento de Fillo Adoptivo de Monforte de Lemos a Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, XIX Duque de Alba e XXIII Conde de Lemos.
Este acto solemne e histórico tivo lugar no transcurso da visita oficial que o XIX Duque de Alba e XXIII Conde de Lemos fixo a Monforte entre o 28 e o 30 de xuño de 2024. O Conde de Lemos, chegou o día 28 en AVE a Ourense, onde foi recollido e trasladado ó Parador de Turismo de Monforte.
Na mañá do sábado 29 de xuño, foi recibido oficialmente na Casa do Concello de Monforte polo alcalde e polos membros da Corporación municipal e a historiadora monfortina Manuela Sáez.
Tras a sinatura no Libro de Honra do Concello por parte do Duque de Alba, e tras manter unha breve reunión privada co alcalde, celebrouse, ás 11:30 horas o pleno, que foi público, durante o que se lle fixo entrega dos Atributos do Nomeamento de Fillo Adoptivo de Monforte de Lemos a D. Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo.
Os Atributos consistiron no Certificado do acordo do Pleno de Nomeamento como Fillo Adoptivo, un Diploma acreditativo, a Insignia Oficial do Concello e a Medalla Oficial conmemorativa do Concello.
Rematado o pleno realizouse unha visita ó Museo das Clarisas, de Arte Sacro e Arte Italiano dos séculos XVI e XVII, onde o Conde de Lemos asinou no Libro de Ouro do Convento das Nais Clarisas. Lugo do almorzo oficial houbo visita visita ó Colexio da Nosa Señora da Antiga-Escolapios, onde o Duque de Alba asinou no Libro de Ouro da entidade, para despois dar un pequeno paseo polo Casco histórico de Monforte.
Ao día seguinte o Duque e os seus acompañantes desprazáronse ata Lugo para visitar a Deputación onde foi recibido polo presidente, José Tomé, asinou no Libro de Honra e visitou o pazo provincial.
O alcalde resaltou que “sen dúbida, esta é unha visita moi importante para Monforte, pola relación histórica da Casa de Alba con Monforte, como herdeiros dos Condes de Lemos, condado do que son titulares na actualidade, xa que o actual Duque é o XXIII Conde de Lemos e o XIX Duque de Alba”.
Engadiu José Tomé que “tampouco teño dúbidas da importante promoción e proxección que vai supoñer para Monforte, co conseguinte beneficio que terá cara o futuro para o comercio, a hostalería e o turismo en xeral”.
Discurso íntegro do Alcalde de Monforte
Tenemos hoy la fortuna de ser testigos de uno de esos momentos en que el Presente tiende la mano hacia el Pasado, para mirar juntos con ilusión al Porvenir.
La ciudad de Monforte de Lemos, reconocida como tal por el rey Alfonso XII en 1885, otorga a D. Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, el título de Hijo Adoptivo. El mayor reconocimiento que una comunidad de vecinos y vecinas puede otorgar a quien no ha nacido entre ellos. Apreciar su persona y sus méritos hasta el punto de consagrarlo, de manera oficial y solemne, como uno destacado de los suyos.
Este es un reconocimiento individual, hacia la persona, sus méritos y su especial vínculo con la ciudad de Monforte. Pero es imposible hacer justicia a esa persona y a ese vínculo sin atender a las circunstancias que se concretan, con precisión matemática, en dos números ordinales cuya carga histórica y simbólica tiende a infinito.
Porque Don Carlos, además de hijo Adoptivo de Monforte, reúne en su persona la condición de Decimonoveno Duque de Alba y Vigésimo tercer Conde de Lemos.
Por ello, en el reconocimiento a D. Carlos celebramos también una historia compartida, la de las relaciones entre esta Ciudad y los nobles de las Casas de Castro, primero, y de Alba, después. Una peripecia que se remonta hasta los orígenes mismos de ese ilusionante proyecto conjunto que es España.
Con la llegada de la democracia, en Europa surgieron algunas voces que se preguntaban qué sentido tiene mantener en la actualidad los antiguos títulos de nobleza.
Esa pregunta resulta incongruente en Monforte; hacerla equivaldría a cuestionar nuestra propia Historia, esa maestra suprema ante la que se han rendido siempre artistas y filósofos.
Monforte de Lemos es hoy lo que es por la historia que han escrito sus gentes a lo largo de los siglos. Hombres y mujeres trabajadores, serios, responsables. Dados al mucho hacer y poco presumir. Gentes que en tiempos buenos hicieron crecer su patria chica, y en tiempos peores emigraron a los cuatro confines del mundo, sin perder nunca sus raíces ni su condición de monfortinos, lucenses y españoles.
Pero Monforte se ha construido a lo largo de la Historia contando con la presencia constante y el patrocinio de sus Condes. Virreyes de Nápoles, de Aragón o de Perú, Grandes de España, leales servidores de la Corona al frente de Sus Consejos… El papel destacado que en ella desempeñaron los Condes de Lemos permitió a los monfortinos asomarse al balcón de aquella primera gran empresa de globalización que fue el Imperio de los Austrias.
Y antes de que se desarrollase el moderno concepto del Estado del Bienestar, fueron los Condes de Lemos, nobles siempre preocupados por el bienestar de sus estados.
Apostando por el mecenazgo de las artes y la cultura, conformaron una pinacoteca y unas colecciones que hoy disfrutamos en algunos de los edificios que también ellos legaron a esta Ciudad.
Y estuvieron también preocupados por mejorar la vida de las gentes y la prosperidad de Monforte. Mejorando por ejemplo las condiciones en las que desarrollaban su oficio herreros, zapateros y alfareros. O apostando como pioneros por el cultivo de la seda, una de las maravillas recién llegadas de Oriente.
Mención aparte merece el mecenazgo cultural de Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII conde de Lemos, amigo de Lope de Vega y Góngora, que rechazó a un cierto Miguel de Cervantes como secretario personal, o los hermanos Argensola.
El Conde supo ver que aquella pluma iba a desperdiciarse en la redacción de los documentos de su casa, y que al escritor le esperaba en la página en blanco, la gloria del Quijote. Pese a no alcanzar el empleo, Cervantes no le guardó rencor alguno al Conde, al que no solo dedicó su magistral novela, sino también las últimas letras que escribió, cuatro días antes de morir: una hermosa carta de despedida centrada en el paso del tiempo, en la amistad desde el respeto y, como no, en darle noticias a su mecenas de como quedaban sus últimas creaciones literarias.
El azar quiso que las conversaciones para encaminar el acto que estamos celebrando recibiesen su impulso definitivo en un acto reciente en Madrid, en el Palacio de Liria, durante la presentación de una excelente biografía del Gran Conde de Lemos elaborada por la historiadora monfortina Dª Manuela Sáez, que nos acompaña hoy aquí en su Ciudad.
El interés, la cordialidad y el respaldo al conocimiento mostrado en todo momento por el actual Duque de Alba, sintetizan en mi opinión de un modo magnífico, la pervivencia de los elementos esenciales del condado, que en el siglo XVIII, pasó a la persona de Jacobo Francisco Eduardo Fitz-James Stuart y Colón de Portugal, Tercer Duque de Berwick y Decimocuarto conde de Lemos.
La biología puede hacer que las Casas se extingan, pero su legado no queda en el olvido cuando el título pasa a manos que lo entienden, lo sienten como propio y lo refuerzan con criterios de actualidad. España no volvió a tener un Cervantes, pero desde comienzos del siglo XIX, Lemos siguió teniendo, en los sucesivos Duques de la Casa de Alba, condes atentos a la marcha de estas tierras.
En el año 1873, Jacobo Fitz-James Stuart y Ventimiglia decidió ceder el Colegio del Cardenal a las órdenes religiosas (Escolapios) siempre que mantuviesen abierta escuela en él. Y pienso que no hay mejor línea de continuidad histórica que esta que sitúa la cultura, la enseñanza y la formación, como eje de la acción condal en las tierras de Lemos.
En fechas recientes, la duquesa Cayetana Fitz-James Stuart y de Silva, decidió acordar con Turespaña el uso del palacio condal y la Torre del Homenaje para uso público, como parte del conjunto del Parador Nacional y par distintos usos turísticos. Haciendo suya aquella apuesta de los antiguos condes, preocupados por modernizar el modo en que se desempeñaban los oficios.
Monforte tiene, gracias a la historia y el legado de las casas de Castro y de Alba, un imponente legado cultural que la convierte en un destino turístico de primer orden. Un turismo que tratamos de gestionar desde el respeto al patrimonio material, el cuidado del patrimonio medioambiental, y fomentando el amor por la historia, la cultura, la lengua y las costumbres.
Como capital de la Ribeira Sacra, somos ya parte de una Reserva de la Biosfera, y aspiramos a que la Unesco reconozca nuestra comarca como patrimonio de la Humanidad. Un reconocimiento que sin duda llegará y por el que me propongo brindar con el Duque durante la comida, con uno de los vinos de la viticultura heroica que se produce en las riberas del Sil, del Miño y del río Cabe, arteria de nuestra Ciudad.
Voy finalizando ya. En la dedicatoria al Conde de Lemos, Cervantes deja al Quijote camino de Monforte, “calzadas las espuelas para ir a besar las manos a Vuestra Excelencia”.
Tengo que confesar que nada me gustaría más que ver irrumpir ahora en este salón a nuestro hidalgo, dispuesto a conversar al fin con el digno heredero del noble al que fueron dedicadas sus aventuras. Porque creo que la capacidad de enfrentar sin desmayo los molinos y gigantes que la vida va poniendo en nuestro camino es el mejor emblema de nobleza.
Pero como Don Quijote no ha de llegar aun, me corresponde a mí, como alcalde, el honor de renovar el gesto que mi homólogo de 1960, Guillermo Fernández, concedió a los padres del actual duque, Doña Cayetana y Don Luis. Aquella visita, hace más de 60 años, fue para el Monforte de entonces no solo un motivo de alegría, sino un soplo de modernidad.
Espero que estemos convirtiendo en nueva tradición esta ceremonia, y que en el futuro la renueven nuestros respectivos sucesores. Pero para eso, sin duda, falta tiempo, pues estoy seguro de que el Conde y el Alcalde tenemos todavía mucha brega por delante, o al menos eso esperamos.
Excelentísimo Señor Duque, Querido Conde, Amigo Carlos. Bienvenido hoy, ahora y siempre. Estás en Monforte de Lemos, que es también tu casa. Te recibimos con las puertas abiertas y abiertas las dejamos. Para que vuelvas siempre que lo tengas a bien, y para que cuando no estés aquí salga por ellas a tu encuentro el caudal de cariño que te profesamos tus vecinos y vecinas.
Estoy seguro de que has asistido – y asistirás – a muchos actos igual de solemnes, quizá mejor ajustados al protocolo que tu persona y tu historia se merecen. Pero también tengo la absoluta certeza de que no habrá ninguno que supere en afecto sincero a este que hoy te dedicamos las gentes de la ciudad de Monforte de Lemos. Orgullosos de nuestra Historia, y trabajando siempre por un futuro que esté, por lo menos, a su altura.
Muchas gracias.